viernes, 21 de diciembre de 2007

Nunca volvera a ser lo mismo


Cuando eres antropólogo, nunca más puedes volver a tener unas vacaciones normales. Todo lo miras con nuevos ojos, buscando la diversidad a cada paso, identificando hechos sociales, interesándote por aquello a lo que un turista nunca le daría un espacio. Es decir, ¡nunca más estas de vacaciones!

Ayer jueves fue mi última mañana en Panajachel. Desperté tarde y me fui a andar en bicicleta, lo que me permitió ver durante esa hora algunos rincones a los que no me había asomado.

Tome rumbo a “Antigua”. Es una ciudad maravillosa. Del estilo de San Cristóbal las Casas, pero mucho más bonita. ¡Uchhhh!; esto es el colmo, ahora ya todo me parece mejor que en México, me he vuelto etnoexcéntrico.

Llegue casi al anochecer. Después de instalarme salí a dar una vuelta. El sólo caminar deja una gran satisfacción. Sus calles, sus edificios medio derruidos o rehabilitados son un verdadero poema. En el parque central, parecido a la Alameda, pero de la cuarta parte de tamaño, iluminaron todos los árboles con luces blancas. El efecto me recordó Rockefeler Center en Nueva Cork, con una iluminación similar, pero aquí en Antigua enmarcada por la catedral, el palacio del ayuntamiento, los portales, todo en arquitectura colonial y de color blanco.

Cuando estaba saboreando un delicioso postre, sentí una mirada y reconocí a Nadia, la prima de mi amiga Lorenah. Fuimos compañeros de viaje por Ecuador y Colombia, y esas coincidencias cotidianas de encontrarme conocidos en donde menos lo espero hace que nos saludemos aquí en Guatemala.

Camine por las calles, mayoritariamente solitarias, y llegue al templo de la Merced, un edificio chato y hermoso. Eran más de las nueve de la noche y estaba abierto. Me acerque y oí música. Entre y me di cuenta que había una ceremonia extrañísima. En el altar estaban unas 80 personas, casi todas de pie con los brazos extendidos hacia el frente y las palmas abiertas. El sacerdote llevaba “el santísimo” y lo iba poniendo cerca de cada una de las personas, acompañándolas de algunos rezos o frases. Otros individuos, hombres y mujeres tomaban a alguna gente de la espalda, o de la nuca, y con la otra mano tocaban su frente, decían algunas cosas, la música era rítmica y repetitiva, la letra era un pedimento a Dios de que estuviera con ellos. De pronto la gente comenzó a desmayarse, a desvanecerse por completo, todas las articulaciones se les aflojaban y los que estaban cerca tenían que ayudarles para que no se lastimaran al caer.

Los desmayados eran aquellos a los que les estaban aplicando las manos en frente y nuca. Permanecían en ese estado como 5 minutos, quizás más, y a algunos de ellos los volvían a poner fuera de circulación.

Le pregunté a un señor que estaba fuera del círculo. Me explico que se trata de “sanación”, que todos los jueves se reúnen para ello. Que los que ungen sus manos son “intercesores”, gente que se prepara para ayudar a través del ayuno y de la oración. Que es una verdadera sanación, que Dios entra en ellos, y que no es que se desmayen, sino que “se van”, abandonan el cuerpo, y cuando regresan sienten un gran alivio.

A él ya lo han “sanado” en tres ocasiones. Una de ellas de depresión. Dijo que durante años se sentía morir, hasta que lo sanaron. Dice que antes se juntaba más gente, que el anterior padre congregaba a cientos todos los jueves, pero hace poco lo cambiaron de iglesia.

Le pregunté si eran católicos, y afirmo que sí. Le dije que en México yo no veía eso en iglesias católicas, que se me hacia extraño. Dice que seguramente si hay, que debo fijarme en las iglesias. ¿Alguien sabe algo de esto?

Bueno, así fue el jueves de Antigua. En lugar de irme a oír música y tomarme unos tragos. Esto ya no es vida ; )

4 comentarios:

Carlos Monzalvo dijo...

Saludos mi apreciable Ybar, encuentro grato leer tu blog tienes una narrativa muy fresca y digerible tal cronista involuntario del acontecer cotidiano ( o tal vez muy voluntario),uno se transporta al momento por ti narrado, y eso es de agradecer ya que viajamos a través de tu narrativa hasta los lugares y los tiempos mencionados, te felicito y gracias por darnos ese respiro tan necesario paro nosotros los esclavos de la oficina.

Carlos Monzalvo dijo...

Saludos mi apreciable Ybar, encuentro grato leer tu blog tienes una narrativa muy fresca y digerible tal cronista involuntario del acontecer cotidiano ( o tal vez muy voluntario),uno se transporta al momento por ti narrado, y eso es de agradecer ya que viajamos a través de tu narrativa hasta los lugares y los tiempos mencionados, te felicito y gracias por darnos ese respiro tan necesario paro nosotros los esclavos de la oficina.

bellaestrella dijo...

Hola profe: me gustó mucho su relato. Y le comunico que efectivamente existen iglesias católicas donde se realizan ceremonias de sanación (Circuito Interior y Eduardo Molina). Saludos. Atte. su alumna de la maestría. ^Miriam^

Yvar Langle Monzalvo dijo...

Pues aun no me ha tocado ver eventos de "sanación" en México.

¿Cómo se llama la iglesia que me comentas Miriam?

¿Alguién sabe de alguna más?

Yvar Langle Monzalvo