lunes, 17 de diciembre de 2007

PANAJACHEL . . .




. . . O el paraiso perdido. Hijole, creo que de aquí soy. Cada vez son más los lugares en el mundo en los que de plano me quiero quedar a vivir.



Imaginen una pequeña ciudad que se puede recorrer a pie. Un sitio donde hay indígenas, mestizos y algo así como criollos, pero en los que por lo menos en apariencia no hay diferencias sociales por esa cuestión.



Imaginen un sitio turistico, lleno de extranjeros pero que de cualquier forma no pierde su personalidad, que sigue teniendo su propia vida interna.



Cierren los ojos y piensen en un lugar que inicia en lo alto y va descendiendo pocoa a poco hasta llegar a un inmenso y hermoso lago llamado Atitlan, rodeado de montañs y volcanes.



Hagan un esfuerzo y piensen en mujeres indígenas, pequeñas y esbeltas, con su enredo alrededor de sus piernas y caderas, ¡bien entralladito!, delatando sus formas, calzando huaraches y montando en bicicleta y hasta motocicleta por la ciudad.



Camino y me encuentro en la calle sonidos provenientes de los restaurantes. Prevalece el de marimba, pero también hay rock y por supuesto reague.



Como a la orilla del lago, en un restaurant que me ofrece por 25 quetzales arroz, guacamole, ensalada y una mojarra asada. Completo con una sopa de frijol ¡deliciosa!, y en total pago 44 quetzales (60 pesos)



Deambulo por las calles y me encuentro una procesión. Eso creo al principio, pero en realidad es que varios vecinos realizan una posada y están paseando a los peregrinos. Entonan sus cánticos, iluminan la calle con la luz de candelas envueltas en farolitos coloniales y ¡llegan a mi hotel!, Ahí es la posada. Los cantos de dar y pedir son muy diferentes que en México. Al final hay muhca oración, reparten tamales y ponche, parten una piñata.



Mi hotel por cierto, esta al pie de una montaña y mi cuarto tiene una terraza desde la que la puedo observar. Limpio, cómodo, familiar, con tv por cable, baño privado con agua caliente, mobiliario adecuado, mucha luz, bello paisaje y con un costo de $150 pesos diarios, $14 dolares.
La noche es fresca, sin ser fría, un sweter es suficiente para enfrentarlo y caminar hacia el muelle, para en la oscuridad del lago contemplar las estrellas.



Y en medio de todo, este sufrimiento, esta culpa por estar gastandome la herencia de mis hijos.

Yvar

1 comentario:

MGCT dijo...

GASTAR LA HERENCIA DE TUS HIJOS DE ESA FORMA NO DEBE GENERAR CULPA; CULPA ES NO DEJAR HERENCIA CON LA PALABRA O LA ESCRITURA DE LO QUE VEN TUS OJOS COLOR DE MAR....